Desde que cruzamos la puerta de los Apartamentos Paseo de la Alameda, supimos que estábamos en un lugar especial. La decoración tradicional, las vistas al río y la tranquilidad del entorno nos envolvieron por completo. Arancha, la anfitriona, nos recibió con una sonrisa y nos hizo sentir como en casa. Sin duda, volveremos a este rincón asturiano.